Platicaba el otro día con mi esposa, como cuando yo tenía 6 años, mi abuela paterna, me llevaba con ella a hacer las compras. Llegábamos a la carnicería y me explicaba lo que yo tenía que observar antes de comprar.

Me tenía que fijar que la carne tuviera un color específico. Si era para prepararse en el sartén, tenía que tener “hilos” blancos para ser más jugosa, si era para cocido debería tener un poco de grasa blanca para darle sabor al platillo, etc. Después en el mercado, me enseñaba como escoger la fruta y los vegetales. También me enseñó a cocinar, a lavar los trastes y a acomodar las cosas en su lugar. Estoy seguro, que ella hubiera podido hacer todo más rápido sin mi “ayuda”, pero ella siempre me explicaba con cuidado lo que había que hacer. O lo que es lo mismo, dedicaba un tiempo especial para mí. Ella no desperdiciaba una oportunidad para explicarme o enseñarme algo nuevo. Y les puedo asegurar que recuerdo perfectamente todo lo que me explicó y enseñó.

Todos los días tenemos la oportunidad de sembrar en álguien más un poco de nuestra experiencia, aún en medio de situaciones cotidianas, como puede ser el ir de compras. Especialente con nuestros hijos. En lugar de buscarles algo para hacer, utilicémos nuestras actividades cotidianas para aprovechar su tiempo y el nuestro en algo provechoso para ambos, además de que estrecharemos nuestras relaciones afectivas con ellos.

Y ahí les dejo esta pulga en la oreja: El tiempo que dediques a tus hijos para darles una explicación, es una semilla de bienestar para su futuro.

Comentarios

Unknown dijo…
La verdad es que es muy importante el estar dispuestos a aprender algo nuevo de todas las personas que nos rodean,pues todos los dias aprendemos algo sin importar de quien venga.Gracias Arturo por enseñarnos y compartir de tu sabiduria!!!

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