Somos esclavos?

Mucho hemos oido hablar de la esclavitud y nos imaginamos personas con cadenas en las manos, grilletes en los pies arrastrando una bola de acero mientras caminan lentamente. O lo que es lo mismo, están limitados en sus movimientos y en sus acciones y carecen de libertad. Sin embargo, no todos los que son esclavos tienen todos estos accesorios visibles. Existen formas de esclavitud donde nuestro opresor permanece oculto dentro de nosotros mismos. Por ejemplo: Mi comadre me platicaba el otro día; “Ay compadre, ya no se que hacer con ese su compadre, desde que puso los jueguitos esos del Facebook, nunca tiene tiempo para nada, si de por si no salíamos ora con eso, menos... ya no me acompaña a hacer las compras, llega de trabajar y se pega a la computadora hasta que se queda babeando encima del teclado... Cuando nos habla, solo nos habla de su granjita de Farmville o su casita en Yoville, o que ya alcanzó no se que nivel en el restaurante... ah y si yo o los niños lo interrumpimos para decirle algo, se pone como energúmeno... Dígame que hago compadre” Hablé con ella y con mi compadre y les hablé de la esclavitud. Él se dio cuenta que se había convertido en esclavo de los juegos de la computadora y al darse cuenta, decidió romper con las cadenas y recuperar su libertad. Somos esclavos de aquello a lo que nos sometemos incondicionalmente, pero la libertad es una decisión, un estado mental.

Y Ahi les dejo esta pulga en la oreja: Nosotros mismos nos esclavizamos a algo cuando ese algo se vuelve más importante que nada en nuestras vidas. Podemos disfrutar de muchas cosas en la vida, siempre y cuando sea con moderación y mientras lo que hagámos no nos domine y tome control de nuestras vidas. Recuerda, romper las cadenas, es tu desición.

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