Guerra y Paz
El otro día vino mi compadre a mostrarme su más reciente adquisición, una pistola automática de 32 milímetros con la que podía tirar no se cuantos tiros por segundo, que puede usar balas expansivas y me invitaba a ir con él al campo de tiro. Además me contó de otros “juguetitos” similares que me podría prestar para practicar con él. La mera verdad, aunque mi papá fue militar y me enseñó a disparar y a utilizar las armas, nunca he sido gran fanático del deporte de la pólvora y el ruido, así que me disculpé con mi compadre, quien no podía entender como era que yo no tengo ni siquiera UNA pistola en mi casa. Así que le expliqué mis razones: Primero, Yo creo que si se tiene un arma, tarde que temprano, la vas a usar. Segundo, por muy bien guardada que se tenga, es un riesgo grande para mis hijas o para sus amigas. Tercero. Yo pienso que las armas atraen la violencia. Para mi, comprar un arma, sería como comprar un helicóptero para tenerlo guardado en un hangar.
Y Ahí les dejo esta pulga en la oreja: Debemos de aprender a utilizar correctamente nuestra arma más poderosa: La lengua. Por medio de la Lengua se pueden edificar grandes ciudades o se pueden destruir. Utilizarla sabiamente puede servirnos para combatir y enfrentar la más difícil de las batallas. Mientras exista la razón, la fuerza puede esperar.
Y Ahí les dejo esta pulga en la oreja: Debemos de aprender a utilizar correctamente nuestra arma más poderosa: La lengua. Por medio de la Lengua se pueden edificar grandes ciudades o se pueden destruir. Utilizarla sabiamente puede servirnos para combatir y enfrentar la más difícil de las batallas. Mientras exista la razón, la fuerza puede esperar.
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Carmina